domingo, 21 de septiembre de 2008

Algunos ya pueden ir al ¡COLE!!!!



Queridos amigos y amigas.




Creo que poquito a poco va creciendo el nº de quienes echáis "un vistazo" a este blog... y quizás por eso sois varios los que me habéis agradecido que las fotos sean grandes y abundantes. Hoy las fotos son de clases y alumnos, escuelas y profes... Además, es posible que no pueda volver a escribir hasta el próximo domingo, así que seré algo más largo (¡ánimo y paciencia a los lectores!)


Muchos de vosotros estáis estrenando un nuevo curso en el colegio, en Bachillerato, como alumnos o como profesores... Otros acabáis de salir de los exámenes de septiembre en la universidad y estáis ya con los preparativos para comenzar el curso en octubre...

Y por aquí, en medio de muchas dificultades, el 80% de las escuelas de la región de Rutshuru han comenzado sus clases. Sólo un 20% aprox que estaban en las zonas donde han aparecido nuevos enfrentamientos armados, están aún a la espera de empezar, sea pq vuelven a sus hogares, sea pq encuentren una escuela donde estar provisionalmente por las tardes o una ONG que les apoye con instalaciones provisionales...




Y precisamente este es el proyecto en el que estoy trabajando. Hasta hace 2 semanas, estaba yo solo, recogiendo lo que los responsables de programas habían diseñado en sus visitas y contactos de hace 3-5 meses. Ahora tengo un colaborador, Lucien, un asistente con experiencia en el trabajo con el HCR (Comisionado de las Nacs Unidas para los refugiados) en la zona. Su ayuda será fundamental, pues conoce el país, la zona, la problemática de los desplazados y ¡el kiswahili!



La verdad es que con el francés me manejo bien y la mayoría de la gente lo comprende bien y lo habla un poco, pero tb es cierto que en las conversaciones cotidianas, sobretodos con los desplazados que son en su mayoría campesinos, la lengua es kiswahili, y por eso estoy intentando aprender algunas expresiones y estudiar algo de gramática y vocabulario básico para "pillar" algo de las conversaciones.




Bueno, vuelvo al tema de esta entrada: las escuelas en Rutshuru. En el CongoRD la escolarización de los niños entre 6-12 años (primaria) es de aprox el 50%. En el Kivu, y en concreto en Rutshuru, no llega al 45%. Este es pues un problema grave que sólo se irá resolviendo a medio plazo. La verdad es que los niños quieren ir al cole. Se ha hecho mucho en la concietización de los padres de la necesidad de escolarizar a los niños. El problema es que la gente no tiene dinero para pagar el cole. En teoría la escuela tendría que ser gratuita según la ley, pero el gobierno no puede pagar a los profesores. Sólo un 40% de los profesores son pagados (unos 60$/mes, es decir 40 euros) por el Estado. El resto para comer tiene que apañarse con el dinero que la escuela pide a los padres (entre 1$ y 3$ al mes por niño, según los casos). Y, claro, aunque parezca increíble [por el precio de un café en un bar en España (2$) un niño podría pagar la escuela un mes], muchos padres no pueden pagar esta cantidad, y mucho menos los 5$ del uniforme, los libros, etc... Y luego están los que, aunque quisieran, no tienen una escuela cerca... Así pues, podéis ver que el problema del acceso a la escuela es más grave que el acceso a la sanidad.


Y entre las familias desplazadas, las que han tenido que dejar su casa y su campito por causa de la guerra, la dificultad para pagar es aún mayor y sólo un 25% de los niños de los campos de desplazados de Rutshuru estuvieron escolarizados el curso pasado.



El proyecto de Educación que me ha encargado el JRS (Servicio Jesuita al Refugiado) pretende dos cosas al mismo tiempo:

1) Aumentar la capacidad de acogida de niños/niñas desplazados/as en las escuelas de los alrededores;

2) Aumentar la calidad de enseñanza en esas escuelas que hacen el esfuerzo de acogida.


Esto supone en primer lugar, la formación de los profesores (y sobretodo la motivación, pues trabajan sin apenas ganar nada y pasan más tiempo después a cultivar su campito o vender algo en el mercado que en corregir ejercicios). ¡Aquí se descubre la suerte que supone tener un profesor que corrige y exige un poquito! (cosa ¿eh?).


En segundo lugar, la rehabilitación y/o construcción de nuevas salas de clase. Como podéis ver en las fotos, hay clases bien hechas de "briques" y otras que apenas protegen del viento o la lluvia, o donde apenas pasa la luz... Esto supone tb fabricar e instalar pupitres que desaparecieron como leña para cocinar, o que nunca existieron...


Y por último, la aportación de libros y material pedagógico para alumnos y profesores. Tener un libro propio es un lujo, un cuaderno se "apura" hasta las esquinas (me "trago" todos mis comentarios sobre los márgenes cuando corregía trabajos de filosofía) y la mayoría de los que tienen algo, tienen una pizarrita en la que escriben y borran después lo que el profe pone en la pizarra (o ver en la foto: lo que quede de ella tras el paso de los militares o los desplazados)


Y, en esta situación de conflicto, la escuela es aún más imprescindible que nunca. Porque no sólo sirve para aprender a leer y escribir, socializarse en un grupo humano, integrarse en la sociedad, etc. Es el lugar en el que se pueden "curar" las heridas de la guerra (fijaros en el "grafitti" que hay en la escuela de Gahinga, en el plástico verde, donde se ven niños y niñas disparando... ¡a mí me estremeció verlo más que escuchar un tiro al aire!)- En la escuela es donde se puede sembrar algo de dignidad y esperanza (que no se encuentra en la pobreza del campo de desplazados). La escuela es no sólo "espejo" de la sociedad y sus gentes, sino tb el lugar donde "se cuece y crece" la sociedad.


Un poco más en concreto, el proyecto JRS Educación en Entreculturas va a crear un acuerdo con 15 escuelas aprox para apoyarlas en esta tarea de acoger a los desplazados y mejorar en ellas tb la calidad de la enseñanza. En total, esperamos beneficiar a unos 8-10.000 niños/as. Las fotos que aparecen son de estas escuelas... Y mientras, soñamos (¡y ya estamos trabajando!) un proyecto para las escuelas secundarias (de 13 a 18 años) donde el problema es mayor, y dónde los adolescentes que no van a la escuela corren grave riesgo de enrolarse en alguno de los grupos armados.

En fin, termino esta entrada con esta foto de las zapatillas de los niños a la entrada de clase para no ensuciarla de barro (de nuevo me pregunto, por nuestra costumbre de dejar papeles, barros y lo que sea allá por donde estudiamos y/o trabajamos, pensando que ya habrá alguien que lo recogerá). Yo me descalzo con ellos para entrar en las aulas como quien entra en un lugar "sagrado", con ilusión y esperanza.


Un abrazo a todos